Hemos iniciado las Olimpiadas Tokio 2020, y haciendo un comparativo pareciera que estamos como en los semáforos epidemiológicos, que nos dicen verde, pero sabe a naranja y en realidad es rojo, así con estos Juegos Olímpicos todo absolutamente dice 2020 pero estamos en 2021, y entonces el mensaje fue claro y contundente.
Hacer homenaje a los héroes y heroínas de la salud, así como fomentar la solidaridad, la empatía y una conciencia de verdadera inclusión, y no solo quedo en los discursos, se vio reflejado en todo momento desde que inicio la ceremonia hasta que concluyo.
Durante las representaciones vimos a tres personas con discapacidad motriz haciendo maniobras artísticas de distintas formas que se incluyeron de manera homogénea al resto de artistas que estaban, en el pase de las naciones nos sorprendió y encanto (al menos a mi) me hizo vibrar que la abanderada de Estados Unidos es a abiertamente homosexual, hecho histórico y aplaudible.
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Tokio 2020 da una gran bienvenida a la diversidad cultural, social, física, étnica, racial etc. Vemos que la columna vertebral de la inclusión es el reconocimiento de que TODAS las personas tienen habilidades y potencialidades propias, distintas a las de los demás, además busca que se fomente y garantice que toda persona sea “parte de” y que no permanezca “separado de”.
En resumen, son los sistemas establecidos que proveerán acceso y participación reciproca, y que todas las personas “vulnerables” tengan la misma participación en condiciones igualitarias, en entornos libres de violencia y discriminación.
En esta misma ceremonia inaugural vimos el fuego olímpico ser trasladado en primer lugar por el Dr. Junko Kitagawaen que estuvo en primera línea de atención medica desde el inicio de la pandemia hasta días recientes, así como en otro momento la llama olímpica fue trasladada por Wakako Tsuchid, un atleta paralímpico, los relevó en el camino del fuego y lo llevó hasta el centro del estadio, donde seis jóvenes estudiantes lo trasladaron hasta la última escala: la icónica Naomi Osaka, mujer joven afroasiática.
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Y vemos como en un traslado breve dado que fue dentro del mismo estadio olímpico, disfrutamos la presencia de la riqueza social que existe en nuestro planeta, empezando por las personas adultas mayores, las personas con discapacidad, niñas, niños, mujeres y una persona étnicamente distinta a lo “común”, esto nos hace reflexionar en que es momento de abrir las puertas a la diversidad, decir ¡sí!
Dejar atrás tabúes y prácticas que no abonen al desarrollo de toda persona.
Tokio 2020 avanza rápido entre cada competencia y miles de atletas, no perdamos de vista que en próximos días vienen las paralimpiadas y que son los atletas que más medallas nos traen al país y también los más castigados con la indiferencia de todas y todos como sociedad pero también como autoridades; y les adelanto que entre este grupo amplio de atletas de altísimo rendimiento con discapacidad estará una joven poblana, que en días próximos hablaremos de quienes nos representaran es las diferentes ramas deportivas.
Por Dulce Belem Zavala/ @dbperzaval
