Hoy en México y en el mundo se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBTTTIQ+ (lesbiana, gay, bisexual y trans…), cuyo objetivo es el instar a la tolerancia, la igualdad y la dignidad de las personas pertenecientes a las diferentes identidades, orientaciones y preferencias sexuales.
Estamos en 2021 y pareciera que no hemos aprendido mucho sobre el respeto, la tolerancia, la igualdad, y la inclusión que más bien pareciera que es una palabra de moda que escuchamos a diario, pero que sobrepasa de nueve letras; INCLUSIÓN en mayúsculas es aceptar a todos, todes y todas las personas con sus inseparables diferencias, coadyuvando a su pleno desarrollo de personalidad y en derechos, inclusión es abrir las puertas de par en par a las distintas formas de ser, pensar, estar, y vivir.
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Las personas LGBTTTIQ+ merecen y necesitan estar en nuestro entorno, dejarles de poner etiquetas, estereotipos y un sinfín de malos tratos, y con mayor énfasis cuando hablamos de las personas con discapacidad porque quienes tienen esta condición de deficiencias, físicas, mentales, cognitivas o sensoriales, se les estigmatiza con ser personas asexuales, se relaciona con el infantilismo es decir; que nunca o difícilmente se tendrá un desarrollo integral en la forma de ejercer la sexualidad, privando del goce y libre ejercicio de la misma, y si se llega a concretar la personalidad en este aspecto sumamente importante de la vida es bajo la premisa de la normativa de la heterosexualidad, cerrando el abanico tan extenso, nutrido y rico de las orientaciones, preferencias e identidades sexuales.
Este veintiocho de junio es la ocasión perfecta para reflexionar que las personas con discapacidad también son parte de la comunidad LGBTTTIQ+.
Es tiempo de visibilizar este tema y de poner especial atención hacía las acciones que se estén desarrollando para generar cambios sustanciales, reales, visibles y tangibles a favor de este grupo de personas que además de las barreras físicas, estructurales, laborales, educativas, sociales y muchas otras enfrentan, todos los días, pero su mayor reto es, afrontar las múltiples discriminaciones, ejemplo: si se habla de una “mujer joven rural con discapacidad lesbiana”, vemos cinco rasgos que la hacen mayormente susceptible a ser víctima de violencia y discriminación.
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¿Qué si podemos hacer desde nuestras trincheras y que debe hacer el Estado para lograr la real inclusión?
1.- Pasar del tabú a la tarea: terminar con el silencio, mitos y falsas expectativas alrededor de la sexualidad de las personas con discapacidad;
2.- Resaltar la intimidad: cuando muchas veces se ha primado la protección; ofrecer tanta autonomía y educación sexual y reproductiva como sea posible, evitando la sobreprotección; y el acceso al cuerpo.
3.-Legitimar sexualidades: no se nos puede olvidar que dentro del colectivo de personas con discapacidad existe un porcentaje de personas LGTBTTIQ+ que necesita expresar su sexualidad igual que el resto.
AMOR ES AMOR, hoy y siempre, comprender todas estas condiciones de vida es aceptar que las diferencias son las que enriquecen a todas las sociedades.