Durante esta pandemia COVID-19 se ha incrementado la realización de conductas delictivas con mayor violencia, como feminicidios, homicidios, lesiones, violencia familiar y robo a casa habitación y de vehículo, como se sostiene en el ‘Semáforo Delictivo Nacional’ y por el INEGI durante este tiempo.
Lo anterior nos lleva a reflexionar sobre lo que siglos atrás hablaba Cessare Lombroso, uno de los autores más conocidos en Criminología y que junto a Ferri y Garofalo, a mediados del siglo XIX, establecieron las bases de la escuela positiva, sostenía que existía un hombre predestinado a hacer el mal, matando, violando e incluso practicando el canibalismo. A ese hombre delincuente le denomina ‘atávico’.
La piedra angular sobre la que Lombroso sostenía su hipótesis ‘atávica’ proviene de la autopsia que realizo a uno de los más famosos bandidos italianos de la época, el calabrés, Vilella, y en la que encontró una cavidad que solo se halla en las razas primitivas y en ciertos mamíferos, la foseta occipital media, destinada a recibir una tercera parte del lóbulo mediano y que posteriormente verificó en otros delincuentes.
Anatómicamente, a estos sujetos se les puede reconocer por la siguiente expresión fenotípica: enormes mandíbulas, grandes arcos cigomáticos, mayor amplitud de las órbitas, las orejas en asa, insensibilidad al dolor y agudeza visual.
Los hallazgos de Lombroso sobre las diferencias entre delincuentes y no delincuentes, unido a los estudios sobre diferencias psicológicas, encabezadas por Galton, que acuño el término “Eugenesia”, ciencia cuyo objetivo era sustituir la selección natural por una selección inteligente en aras al mejoramiento racial, tuvo un papel determinante en la historia de la civilización, concretamente en la década de los años 30 donde surgieron por todo el mundo una serie de movimientos racistas y fascistas radicales.
Como ejemplo más terrorífico de sus consecuencias fue la exhibida por el régimen nacional socialista de la Alemania nazi y su limpieza étnica apelando a la pureza de una raza aria.
En los años 80 trajeron de nuevo un “renacimiento” de los postulados positivistas o deterministas, gracias a la tecnología que posibilitaba la identificación de los procesos cerebrales relacionados con la toma de decisiones, en este caso, una decisión criminal que lleva asociada una conducta violenta o delincuente.
Por tanto, conocer cuál es el umbral de respuesta de un sujeto y la configuración genómica que conforma el grado de vulnerabilidad a responder agresivamente, abrieron nuevos campos de investigación que permitan la clasificación e identificación de los sujetos más propensos a actuar violentamente, con lo cual, de nuevo, nos podemos ver tentados en apartar a estos sujetos de la sociedad, como ya hemos intentado anteriormente.
Aunque nos encontramos algo más cerca de descubrir a ese delincuente nato, y con ello, dar por concluido ese determinismo neural que podríamos llamar la vertiente moderna del determinismo antropométrico de Lombroso.
En relación a lo anterior, podemos advertir que si bien es cierto se retoman elementos del positivismo Criminológico de Lombroso se pretende asegurar su aceptación con un enfoque de cientificidad al incorporar, la Eugenesia en el tratamiento del delincuente y con ello manejar una visión de criminología científica.
Ahora en torno al fondo o base teórica del positivismo de Lombroso ¿se acogería de igual manera en la actualidad?. Recordemos que dentro de sus postulados se encuentra la negación de libre albedrio, el Estado asumirá la responsabilidad social, el derecho al ser una construcción humana y fenómeno de innumerables hechos no permite una clasificación jurídica de matices y solo considerarlo generalmente.
Al tener un aspecto violento, el ser humano dejaría de considerarse con responsabilidad, esto, al dejar justificada su acción por su consciencia que se vio obstruida por sus mismos rasgos fenotípicos, bajo esta concepción positiva.
Por otro lado el considerar la selección inteligente podría dar cabida a un tema de discriminación y de ignorar que no siempre los patrones de conducta o rasgos, pueden asegurar o decretar que una persona en el futuro pueda delinquir, y practicar la selección natural por una selección inteligente o viceversa, estaríamos haciendo a un lado las nuevas formas de criminalidad en donde no necesariamente los rasgos físicos o de inteligencia puedan participar en determinados delitos como ejemplo los delitos de ‘cuello blanco’.
Entonces, ¿la realización criminal podría ir de lo atávico al ‘cuello blanco’?
Keren Reyes/ @keren_kelly / @SIDECALI
Facebook: SidecaliFirmaLegal
Twitter: @SIDECALI
Whats App: 2225802438
2227144225