Si Rafael Moreno Valle viviera estaría orgulloso de un grupo de panistas poblanos quienes copiaron sus mañas para ganar una elección.
Con el acarreo, compra de votos y supuesta desaparición de boletas se llevó a cabo la jornada de este domingo para elegir a Jesús Zaldívar como nuevo dirigente municipal del PAN en Puebla.
Esos tres elementos son los que al final le pusieron emoción al proceso interno en Acción Nacional, algo que difícilmente se veía antes del morenovallismo, o tal vez ya lo hacían desde más antes, pero más eran más discretos y ordenados.
No que este domingo acabaron en empujones, gritos y reclamos, en especial los simpatizantes de Eduardo Alcántara quienes denunciaron que encontraron boletas marcada a favor de su candidato en el baño de un café Italian Coffee en la colonia San Manuel.
Los simpatizantes de Alcántara afirmaron que al menos 201 papeletas a favor de su candidato desaparecieron. Pero por la mañana la gente de Jesús Zaldívar acusó a Fernando Manzanilla, secretario de Gobernación estatal, de operar a favor de Eduardo.
Ninguno de los dos equipos debe negar que recurrió a las viejas prácticas de coacción del voto, en ambos lados jugaron sucio y al final ganó el equipo que se puso más abusado.
En ambos lados hay morenovallistas, así que no se hagan, aunque dentro del PAN dicen que se logró el objetivo de que Manzanilla no se quedara con el control del partido.
Uno de los operadores de Zaldívar fue Eduardo Rivera, quien terminó siendo un enemigo político de Moreno Valle.
Si alguien quiere ver el lado positivo en la elección de este domingo, sin duda, fue el regreso de los panistas morenovallistas y yunquistas.
Salieron del desánimo que mostraron en la elección extraordinaria a gobernador de este año, pues tan obvio que estaban de brazos caídos y solo simularon el apoyo a su ex candidato Enrique Cárdenas, quien menospreció el respaldo del PAN como marca.
Iván Tirzo/ @TirzoIvan
