Los acontecimientos de violencia que han ocurrido en el país en las últimas semanas no pueden pasar inadvertidos. Uno se pregunta qué pasará por la mente de las personas que secuestran, torturan y matan a Fátima, una niña de 7 años. Estremece el relato del hombre que asesinó y después mutiló el cuerpo de Ingrid, su pareja, solo porque le reclamó haber llegado borracho. Tampoco es lógico que alguien ejecute a 4 jóvenes sin una razón aparente, 3 de los cuales eran estudiantes de medicina y el otro un chofer de UBER. Estos son solo algunos de los últimos acontecimientos que han estremecido a la sociedad por ser casos icónicos de la escalada de violencia demencial que invade a México.
¿En qué momento se perdieron los escrúpulos?, ¿Qué nos pasó?, ¿Cuándo se nos metió el diablo?
La respuesta del régimen de cuarta transformación es echarle la culpa al neoliberalismo. El enemigo político creado por la retórica de López Obrador es declarado culpable de la demencia social. Yo me pregunto quién será más demente, quien afirma tal aberración o quien la cree. A los jodidos, cuyas ínfulas de superioridad moral crecen y se pavonean con los despojos del anterior régimen, les parece una explicación coherente en medio de su delirio; mientras que a los fanáticos que consideran a AMLO un sacerdote de la honestidad, no les alcanza el juicio para reflexionar ni para articular un discurso, solo repiten como una letanía todo lo que él les dice.
Si tal aberración tuviera un poco de verdad, los países cuyos modelos económicos son más neoliberales deberían de ser una carnicería humana peor que la mexicana. Eso no ocurre en Inglaterra, ni en los Estados Unidos, tampoco en Chile, Japón o en Corea del Sur. La situación actual de México solo se compara con episodios de la historia en los que políticos intervinieron para derribar los límites de la moral, imperantes con el único propósito de instaurar un nuevo orden social.
Este es el momento de citar las ideas de Leónidas Donskis, profesor de política en la Universidad de Vytautas Magnus en Lituania y coautor del libro “Maldad Líquida” , junto con Zygmunt Bauman aportan un interesante texto que nos ayuda a comprender la naturaleza del mal que nos invade. Las ideas de Donkis nos conducen por caminos paralelos al razonamiento de Bauman (claramente anti neoliberal), pues presenta una crítica velada al régimen de Vladimir Putin y en general a los líderes políticos que carecen de límites éticos.
Aquí un fragmento del citado libro. “Otra cuestión de la máxima importancia para nuestra era es la del mal. Hablamos de algo mucho más complejo que la presencia del diablo en política entendido como el mal radical… ¿Qué significa el diablo en política?… El siglo XX puso de manifiesto que el diablo en política significa la llegada de formas de mal radical que devalúan abiertamente la vida, la autoestima, la dignidad y la humanidad, y que, lejos de propiciar éstas, allanan el camino al miedo, al odio y al triunfo a costa de la destrucción y la realización personal de otros.”
El sutil juego de palabras sería prueba suficiente para los demagogos del populismo de que estamos ante la obra demoníaca del mercado y la democracia liberal. Olvidan que la competencia en economía y en política no supone la destrucción del competidor, su objetivo sistémico no es aniquilarlo sino impulsarlo a mejorar. Si el régimen anterior se hubiese conducido bajo esa moral demoníaca, a López Obrador lo habrían destruido entre 2007 y 2017 o la Pepsi-Cola hace mucho tiempo que sería un cadáver en la historia de las bebidas azucaradas. Por el contrario, ha sido el propio López Obrador quien declaró la derrota moral de sus adversarios. El método político de su cuarta transformación consiste en convertir o aniquilar a su competencia, su retórica allana el camino al miedo, al odio y a la destrucción del enemigo ¿Nos vamos entendiendo?
Sigo con el profesor Leónidas Donskis: “Vytatus Kavolis estudió el origen de las representaciones simbólicas del mal, entendidas como marcos interpretativos. El trabajo de Kavolis en el terreno de la psicología cultural nos brinda un sutil y perspicaz análisis de los modelos del mal como paradigmas de la moral secular, y de los de la rebelión como modos contrastados de lógica cultural, desarrolla así, algunas de sus más provocadoras y perspicaces pistas de cara al analizar la lógica simbólica del marxismo y de todas las grandes revoluciones sociales o políticas… Así pues, el diablo en política dista mucho de ser una mera fantasía. Existe bajo múltiples formas, una de las cuales es la subversión y la destrucción de un orden moral social y universal (o, como mínimo, viable). Pero el diablo también puede aparecerse como la pérdida de memoria y sensibilidad que desemboca en una psicosis de masas.
En el párrafo anterior se revelan algunas cuestiones cruciales. La primera que al mal se le puede representar bajo la forma de un símbolo secular para propiciar la subversión y la destrucción de un orden moral social. Esto significa que la retórica construye una imagen del mal para hacerse del poder y luego destruir el orden social, en el caso mexicano esa imagen del mal es la corrupción. Otra cuestión que subyace del texto; es conveniente la pérdida de la memoria y la sensibilidad para provocar una psicosis de masas y con ello terminar de destruir al enemigo simbólico, en nuestro caso el PRIAN. Por lo tanto, es necesario que se pierdan la memoria y la sensibilidad para instalar un nuevo orden, quizá por esa razón el presidente de México estigmatizó la iniciativa del paro de mujeres al acusar que estaba siendo promovida y patrocinada por los conservadores. López Obrador -o quién sea que lo asesora- sabe que el paro puede convertirse en un ícono de la resistencia social que alentará la memoria y la sensibilidad hacia una causa justa, como es la lucha contra la violencia y por un entorno seguro para las mujeres.
“El diablo puede despojar a un ser humano de su memoria y destinarlo así a convertirse en una no persona y en una no entidad. Al perder las capacidades de la individualidad y de la asociación con otros, extravían sus sensibilidades morales y políticas básicas. En último término pierden su sensibilidad hacia otros seres humanos.” Me parece que la descripción es muy pertinente para definir el perfil de los asesinos de Fátima, Ingrid y de los 4 jóvenes, entre otros miles de casos que atormentan al país entero.
Sé que no nos vamos a poner de acuerdo sobre los culpables de haber formado personas capaces de cometer actos atroces. La cuestión es, qué hacemos para recuperar la memoria y la sensibilidad colectiva que le devuelvan la humanidad a todos los mexicanos (en otra entrega deberemos abordar qué significa memoria y sensibilidad). Espero que el presidente de la República -o quien dicta su estrategia de manipulación de masas- entienda que hay un imperativo, una razón de Estado más allá de ambiciones, ideologías o visiones políticas.
Solo para iniciados
He descubierto que la sociología aporta mejores elementos teóricos para el análisis de nuestra realidad contemporánea que otras ciencias como la economía, la política, la psicología o el derecho. El lenguaje de la sociología puede dialogar con el de otras ciencias pero también con las artes como la literatura, el cine o la pintura, y juntos construir un nuevo sistema capaz de explicar la realidad imperante.
Bibliografía: Zygmunt Bauman y Leónidas Donskis, “Maldad Líquida”, Ed. Paidós, México 2019. A quien le interese conocer más sobre la importancia de la memoria histórica y la conciencia ideológica, les recomiendo el libro de Marcos Riotman “El Pensamiento Sistemático: Los Orígenes Del Social-Conformismo”, Ed. Siglo XXI, México 2003.