José Zenteno
Cuando mueren 2 de los principales opositores al régimen político es normal que surjan las sospechas.
Unos culpan al gobierno federal y a los morenistas poblanos, otros sospechan que se trata de una farsa para evadir a la justicia y que en realidad la pareja no murió en el accidente. Me parece que ambas hipótesis son falsas.
Creo que López Obrador es capaz de hacer muchas cosas fuera de la ética política pero no es un asesino.
La muerte de Martha Erika y de Rafael, sus opositores, solo pone en aprietos a su gobierno y quizá lo marque por el resto de sus días.
Por otra parte, ella ya era gobernadora y le quedaban 6 años de ejercicio del poder. Serían años difíciles pero más difíciles habrían sido si el tribunal hubiese fallado en su contra. Él era Senador de la República y líder de la principal fracción opositora, posición desde la cual podía operar para convertirse en candidato del PAN a la presidencia de la República en el 2024.
Nada en el escenario hace suponer que existían motivos para que la pareja Moreno Valle – Alonso decidiera fingir una escena tan dramática y costosa por la pérdida de vidas humanas.
¿Fue un accidente? A pesar de todo creo que se trata de un atentado. Sin embargo, lo prudente es esperar a que los peritos hagan su trabajo, sobretodo los expertos enviados por el fabricante del helicóptero.
La opinión pública debe de exigirle al gobierno federal que actúe con toda transparencia. Es preciso hacerle patente al presidente López Obrador que la legitimidad de su gobierno depende de la claridad y veracidad de la investigación.
Que la estabilidad de Puebla requiere que se esclarezca lo ocurrido al helicóptero donde murieron Martha Erika y Rafael. Cualquier paso en falso puede significar un gran tropiezo.
La muerte de 2 personajes políticos de ese calibre tiene que ser considerada como un hecho político. Quien piense algo distinto estará cometiendo un error.
La vida sigue.
Felices fiestas y que la armonía regrese lo antes posible a nuestra querida Puebla.
