Las elecciones del 2021 serán las primeras en que el nuevo gobierno federal será sometido al escrutinio ciudadano. Una elección de ratificación o rectificación del poder. Si Morena y sus partidos satélites conservan o pierden el control de la Cámara de Diputados será crucial para el proyecto del presidente López Obrador ¿Qué factores determinarán el resultado electoral?
Lo primero que habría que señalar es el tamaño de la elección, pues el próximo año se elegirán al mayor número de autoridades de la historia de México. Estarán en las boletas 300 diputados federales, 655 diputados locales de mayoría relativa, 15 gobernadores y más de 2,400 ayuntamientos. Solo en el estado de Durango no serán renovadas las autoridades municipales.
Luego habrá que señalar el factor de la participación ciudadana ¿A quién favorece que participen más o menos ciudadanos? La aprobación del presidente de la República será otra variable de la ecuación, junto con la percepción social de los ciudadanos con respecto a los gobiernos de Morena. El prestigio y la trayectoria de los candidatos del partido en el poser serán mucho más relevantes de lo que fueron en 2018.
Otra variable será la unidad de la oposición y la estrategia que cada partido elija seguir. Y finalmente, el papel que jugarán las organizaciones civiles como las cámaras empresariales o los movimientos opositores al presidente López Obrador.
La participación ciudadana
El hecho de que tengamos elecciones concurrentes en las que casi todos los ayuntamientos estén en juego, nos hace pensar que la participación ciudadana será más elevada que en cualquier elección intermedia del pasado reciente. A los ciudadanos les interesa mucho votar por sus presidentes municipales porque son la autoridad más cercana y es la que atiende buena parte de sus demandas.
También, les interesa votar por el gobernador del estado, lo que incrementará aun más la participación en aquellas entidades donde se renueve al ejecutivo estatal. Normalmente un incremento en la participación ciudadana juega en contra del partido en poder, aunque eso era antes, en tiempos de la 4ta transformación aun no lo sabemos.
La participación suele ser más alta con la edad y la escolaridad de los ciudadanos. Los jóvenes de 18 a 25 años tienden a abstenerse, situación que comienza a cambiar conforme aumenta la edad. Las personas con estudios profesionales son el segmento con mayor tasa de participación en las elecciones.
Otro factor que influye en los votantes es el estado de ánimo. En las encuestas de salida hemos encontrado que los informantes declaran sentirse más satisfechos y optimistas que en las encuestas a población abierta, lo que nos lleva a suponer que quienes tienen un ánimo pesimista engrosan el número de abstencionistas. Por lo tanto, el ánimo nacional jugará un papel determinante la participación ciudadana, sobre todo por las condiciones económicas que vivirá el país como consecuencia de la pandemia.
Aprobación del presidente y evaluación de autoridades locales de Morena
El presidente López Obrador recuperó parte de la caída que sufrió su aprobación durante el primer trimestre del año. La crisis sanitaria fue determinante para ayudar a cambiar la percepción ciudadana, ya que dejó de poner su atención en los problemas no resueltos e incluso agravados por el gobierno actual como la inseguridad y la mala economía.
Las autoridades locales electas por Morena están sometidas al escrutinio público al igual que las electas por los partidos tradicionales. En lo general los gobiernos estatales y los ayuntamientos de Morena están reprobados o con calificaciones muy bajas, tan bajas como cualquiera del PRI o del PAN. En las entidades donde Morena gobierna perderá el atributo diferenciador de ser una oferta de cambio o al menos ya no será percibido como un partido capaz de hacer mejores gobiernos.
Los candidatos de Morena
En el 2021 Andrés Manuel López Obrador no será la figura carismática que arrastre el voto a favor de los candidatos de su coalición. En esa medida pesarán mucho más la imagen y la trayectoria de los nominados, quienes ya no podrán mimetizarse con las siglas del partido y tendrán que salir a enfrentar el escrutinio ciudadano. Conviene recordar que Morena no tiene una clase política propia y depende de los despojos o las escisiones de sus adversarios, muchos de los cuales ya son autoridades y sus resultados no son tan reconocidos por la ciudadanía.
Además, las luchas internas por los cargos del partido y por las candidaturas son sumamente agresivas, donde muchos de los aspirantes serán eliminados por ataques provenientes de sus compañeros morenistas.
La oposición
En este momento la oposición se percibe debilitada y desorganizada. Los dirigentes de los partidos administran su papel con cautela, mientras que las militancias no le exigen a sus dirigencias que asuman posiciones más críticas frente a las decisiones del gobierno.
El control de la Cámara de Diputados dependerá de si los partidos de oposición juegan para que pierda MORENA -en la lógica de facilitar el triunfo de algún candidato opositor- o contribuyen al triunfo de Morena mediante la división del voto anti régimen. Existe una línea muy tenue pero definitiva entre competir para dividir a la oposición o competir para que uno de los opositores gane.
En este factor entran los nuevos partidos, unos que jugarán abiertamente a favor del régimen y otros que probablemente jueguen a dividir a la oposición. El partido México Libre de Felipe Calderón podría llevarse una parte decisiva del voto panista y hacer que el PAN pierda algunos distritos urbanos.
Las organizaciones sociales y civiles
Ante la parálisis de la oposición política han surgido infinidad de movimientos sociales en contra de López Obrador y de Morena. Las cámaras empresariales también han estado entre los opositores más críticos del nuevo régimen. Estos grupos han crecido en simpatía y en influencia.
En este momento no sabemos qué papel jugarán esas organizaciones, si favorecerán solo a un partido, si apoyarán a los candidatos de oposición que puedan ganar sin importar el partido que los postula o simplemente no tendrán una participación orgánica en las campañas.
Finalmente, la variable que aún falta por despejarse es la llamada “nueva normalidad” con todas sus problemáticas que ocasionarán costos políticos ¿Quién pagará esos costos políticos de la pandemia? Nadie lo sabe. Lo que sí sabemos es que el electorado está dividido en 4 grupos. Uno que se moviliza totalmente a favor de López Obrador y otro que lo hace en contra, faltaría por definir cómo se comportan los que aún apoyan al presidente pero se están decepcionando y los decepcionados que prefieren abstenerse porque nadie les satisface.
La moneda está en el aire y la del 2021 será, quizá, la última oportunidad para rescatar intacta a nuestra democracia. Recordemos que los votantes elegirán entre los malos del pasado o los malos del presente ¿Quién será peor? En poco más de un año lo sabremos.