teatro del pueblo
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El sábado 2 de noviembre nos amanecimos con la noticia de que el presidente Andrés Manuel López Obrador le decía al país, y se decía a sí mismo, que un golpe de Estado no sería posible ya que cuenta con el apoyo de la mayoría de mexicanos que eventualmente lo defendería ¿De dónde sacó la idea de un golpe de Estado el ciudadano presidente? ¿Quién lo amenazó? ¿A qué viene ese cuento sin que el teatro lo pida?

 

Aquí una versión del curso de los hechos. Sucede que el General Carlos Gaytán Ochoa, en su calidad de orador ante la plana mayor de las fuerzas armadas nacionales, expresó el malestar que existe entre la tropa y los altos mandos por la forma en que el gobierno federal somete a los efectivos ante los ataques de la delincuencia. Gracias a la política de “abrazos no balazos”, los soldados y marinos han sido objeto de múltiples ataques donde han perdido la vida, la dignidad y hasta se ha puesto en riesgo la seguridad de sus familias.

 

Están enojados y tienen razón. Acusan que desde el gobierno hay “halcones” que informan con oportunidad a las organizaciones criminales de los operativos de las fuerzas armadas. Últimamente han perdido en todos los enfrentamientos. También, reclaman por la forma de conducir a las instituciones del Estado en franca desavenencia con los valores inculcados a la tropa, al sembrar la división y el encono entre los mexicanos.

 

El discurso del General Gaytán ha sido objeto de múltiples reacciones en la prensa. Los voceros extraoficiales de la 4T lo retomaron durante la semana pasada para justificar la política de López Obrador en contra de las organizaciones criminales.

 

Me dio la impresión de que era el propio régimen el que quería colocar el discurso del General Gaytán en el primer plano de la opinión pública. Si no fuera así, el presidente y su equipo de comunicación habrían saturado los titulares con otros temas, lo hacen todas las semanas con su esquema de hiper comunicación que saca los asuntos de la agenda mediática tan rápido como entran. Este no fue el caso, entonces cabe preguntarse ¿qué pretende lograr el gobierno con este movimiento? ¿Cuál es el beneficio de confrontarse con las fuerzas armadas?

 

Hay muchas posibilidades, analicemos algunas de ellas partiendo de la base de que el malestar existe y les asiste la razón a los militares.

 

Desviar la atención. Al advertir de un golpe de Estado, Andrés Manuel López Obrador coloca la mirada de la opinión pública en ese hecho y no en las causas que originan el malestar de los militares. Al gobierno no le conviene que la población comience a cuestionarse si en verdad está del lado de los buenos o de los criminales.

 

Crear división entre los altos mandos. Comenzará la cacería de brujas al interior de las fuerzas armadas que será aprovechada para que algunos oficiales de alto rango, leales al presidente, tomen posiciones de mando en medio de la confusión y el encono.

 

Prevenir un golpe de Estado. Aunque el discurso del General Gaytán fue una manifestación dura contra el gobierno no fue una advertencia en ese sentido. Los golpes de Estado no se avisan, se ejecutan.

 

Victimizarse ante su pueblo. Andrés Manuel López Obrador es un genio de la manipulación de masas, todos los estilos populistas requieren de esa facultad innata. Si el pueblo bueno de AMLO le compra la versión de víctima (que es lo más seguro), tendrá una motivación para disculpar la crisis de inseguridad que vive el país por insuficiencias, errores, carencias o complacencia del gobierno y de su aclamado líder.

 

Construir un nuevo enemigo del pueblo. La retórica de López Obrador se estructura en torno al binomio amigo-enemigo, eso le facilita al pueblo bueno la identificación de quienes están en el bando contrario y también advierte la inminencia de la confrontación, lo que provoca que el pueblo se movilice. Es un modelo, no una ocurrencia. Lo preocupante es que en este caso, el nuevo enemigo del pueblo bueno de AMLO es el ejército. A diferencia de otros países latinoamericanos, el nuestro es un ejército cuyos mandos provienen de la base, no de las élites, ese carácter popular provocará un choque entre el mensaje del presidente y la conciencia de la gente, cuyos efectos no se pueden anticipar. Nuestro ejército no es golpista, es históricamente institucional.

 

Ninguna de esas posibles causas que podrían haber motivado el mensaje del presidente es del todo favorable en el terreno político. Sin duda fue un movimiento arriesgado. Solo la desesperación conduce a tomar riesgos. ¿Será que Andrés Manuel López Obrador está desesperado por la situación de inseguridad? ¿O será que estamos llegando al momento en el que el presidente quiere comenzar a abrir sus verdaderas intenciones? Solo si su plan es alterar el orden Constitucional al estilo del “varguitas” de Baja California es que podría entenderse un movimiento tan riesgoso. Porque nuestro Ejército es institucional y no será condescendiente con la intención de prolongar el mandato de López Obrador.

 

Se advierte un nuevo frente de la 4T, pero ahora contra la misma 4T y el ejército del pueblo. Si el plan del presidente es debilitar a las fuerzas amadas para que no se opongan a una posible extensión del mandato presidencial, podemos estar al borde de la mayor crisis política y social en lo que llevamos de este siglo.

 

Prudencia, Ciudadano Presidente, eso le exigimos todos, los que votaron y los que no votamos por usted.

 

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José Zenteno

Director de MAS DATA. Investigador de percepciones y preferencias públicas.