Iniciamos esta entrega subrayando que tanto el marinismo como el morenovallismo no existen; ya desaparecieron.
El primero terminó el último día del sexenio de Mario Plutarco y el segundo con la caída del helicóptero en que viajaba Rafael.
Las mujeres y hombres que pertenecieron a esos grupos ya no atienden las indicaciones ni de uno ni de otro. Por ende ya no existe una directriz, un círculo que aglutine a aquellos que alguna vez fueron parte de la misma burbuja.
El día que terminó el periodo de Marín se acabó su corriente, misma que quedó liquidada luego de su reclusión. Por otra parte, el morenovallismo tuvo un final repentino paralelo al accidente.
Quienes pertenecieron a ambos grupos -y que sin duda tienen experiencia en el ejercicio de la política y la administración pública-, tienen el legítimo derecho a reinventarse y reconstruirse conforme a sus deseos e intereses.
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Marín está en una prisión. No obstante muchos de quienes pertenecieron a su gobierno nada tienen que ver con los hechos que provocaron ese cautiverio.
Rafael ya no pertenece al mundo terrenal y sus ex colaboradores pueden continuar por otra senda. Es completamente válido.
Todo cuadro o agente político tiene el legítimo derecho a reconstruir su biografía política.
Sin embargo también es claro que el pasado no se puede borrar. La forma, la manera en que cada protagonista se condujo quedará ahí como un tatuaje.
En el caso concreto de Eukid Castañón es claro que la tinta de ese grabado en la piel se hizo con los pigmentos del exceso, el autoritarismo y la prepotencia.
Al cierre de esta entrega una débil versión por parte de Morena señala que el audio, presuntamente grabado en Casa Reyna, en realidad fue realizado con sistemas de Inteligencia Artificial.
Las referencias que Puebla tiene de Eukid son las mismas que él se encargó de labrar. Sus palabras son como tragos amargos para la memoria local.
Nadie más que él construyó una leyenda negra y ahí están las consecuencias.
El próximo mes de diciembre se cumplirán seis años de la caída del Agusta y la disolución del morenovallismo. Y con todo este tiempo de distancia el ave de tempestades cuando no desata un huracán por lo menos provoca una tormenta.
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Tal parece que basta con invocar su nombre para provocar nubarrones.
Hace unos días uno de los periodistas más respetados del país aludió a Castañón. En Puebla Alejandro Páez Varela externó su visión del morenovallismo y lo calificó como “uno de los peores, de los peores gobiernos de los últimos años”.
Es evidente la abrumadora carga que representa lo que queda de ese grupo.
Se trata de cenizas muy oscuras.
Pesados polvos de aquellos lodos.
Como siempre quedo a sus órdenes.
