¿Acaso fue la mala broma de hacer bailar al Niño Dios el Pasito Perrón?
¿Acaso los Simpson predijeron que el 2020 sería un año de miedo?
¿Acaso se acerca el fin del mundo?
Ahí estamos encerrados en casa, algunos, por el llamado al confinamiento, porque aún no sobrevivimos al Covid-19 y vieeeeene…un sismo de 7.5 grados que nos saca a la calle.
Adentro, afuera…afuera, adentro.
Y así estamos, a la deriva. ¿Qué más nos falta? ¿Que el Volcán Popocatépetl haga una erupción?
¡Ya por favor! Estamos a nada de arrodillarnos y arrepentirnos con el gran creador.
Si hoy hacemos un análisis de cómo ha transcurrido el año, de volada, es tan fácil:
En enero estábamos comiendo Rosca de Reyes, recordando las Fiestas Navideñas, en febrero uyyyyy qué ricos tamales…
En marzo, todos a encerrarse en casa por la emergencia sanitaria a causa del Coronavirus… Gracias a los chinos…
Abril y mayo, terribles: más de 36 mil desempleados en Puebla, miles de empresas quebradas, más violencia en casa…
Y cuando estábamos en un momento de reflexión porque este virus no da tregua, pues cada día alcanzamos cifras récord en contagios y fallecidos, nos sacude el temblor…
Por fortuna no dejó afectaciones graves en Puebla, pero sí al menos siete muertos en Oaxaca, epicentro del sismo.
Este tipo de sucesos nos recuerdan que los seres humanos no somos nada, no valemos nada ante una pandemia, un desastre natural…ni siquiera sabemos cómo actuar: salir o no salir de casa, con o sin cubrebocas, abrazarnos para consolarnos y darnos ánimos o no…
¡Pero qué tal! Ahí nos estamos discriminando unos a otros, como si unos valieran más, como si la vida del otro valiera menos. Ojalá este 2020 nos sirva para valorar un poco más la vida, para ayudar al prójimo.
