Definitivamente por más que Claudia Rivera Vivanco y Eduardo Rivera Santamaría –‘Lalo fake’–intentaron despelucar al puntero rumbo a la presidencia de Puebla capital, el panista Eduardo Rivera Pérez, les faltó contundencia y elementos creíbles para hacer dudar al electorado que ya está con él.
Por más que lo intentaron, una y otra vez durante las tres horas que duró el debate organizado por el Instituto Electoral del Estado (IEE), ni siquiera consiguieron que les dedicara tiempo en responderles.
Solo hizo dos precisiones breves en medio de todos los ataques: no está inhabilitado por 12 años para ejercer un cargo público como quiere hacer creer Rivera Vivanco y quienes aprobaron la “privatización del agua” en 2013 fueron legisladores morenovallistas no él.
De ahí en fuera, los tiró de a locos. Sabedor de que no debía caer en provocaciones, menos con alguien que en cualquier circunstancia acusa “violencia política de género” en su contra.
La caballerosidad que caracteriza a Eduardo Rivera Pérez se la demostró a Claudia desde antes de que iniciara el encuentro, pues ambos coincidieron en la recepción. Ahí, él la saludó y le cedió su lugar para que le hicieran la prueba Covid-19.
Ya adentro de la sala fue otra cosa. Ahí cada quien se centró en su estrategia, pero en el detrás de cámaras, Eduardo Rivera fue respetuoso con la candidata morenista.
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Quien sí llegó todo prepotente al IEE para el debate, como si los otros seis candidatos que participaron no merecieran su presencia, fue el ‘Lalo fake’, Eduardo Rivera Santamaría pues a pesar de que el personal del órgano electoral les notificó en tiempo y forma sobre los protocolos, como tener permitido únicamente un asistente, este arribó con su esposa y otros cuatro “invitados”.
Aunque el personal de seguridad y en la recepción buscaron impedirle el paso a los acompañantes que estaban demás, fie a su estilo, Rivera Santamaría se puso digno y a gritar para que lo dejaran pasar con su sequito, casi casi ya se sentía no solo presidente municipal de Puebla, sino el gobernador.
Para evitar una confrontación, lo dejaron ingresar con toda y su porra, rompiendo así los protocolos establecidos.
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Quienes sí hicieron berrinche y no acudieron fueron los consejeros Juan Pablo Mirón Thomé, Evangelina Mendoza Corona y Sofía Martínez Gorbea, quienes siempre estuvieron en contra de la realización de este debate.
Lo bueno es que nadie los extrañó, a duras penas y se dieron cuenta que no llegaron.