“¡Al diablo con sus instituciones!”, es una frase icónica del presidente Andrés Manuel López Obrador que hoy más que nunca, cobra relevancia en el país.
Han pasado 18 años, desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le ratificó el triunfo a Felipe Calderón, lo que enojó a AMLO y lo llevó a despreciar estas instancias con las que hoy, está acabando.
Desde ese entonces lo advirtió: no respetaría esas instituciones que se construyeron “con la derecha” pero con las presiones de la izquierda a la que él pertenece.
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¿A caso se olvidó que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) fue posible gracias a las iniciativas de personajes que, hasta el día de hoy trabajan con él en el mismo proyecto como Marcelo Ebrard?
Sí, su excanciller respaldó en 2007, la reforma al artículo 6o constitucional para que se crearan institutos de transparencia en los estados para garantizar el derecho a saber de los ciudadanos, como el caso del ITAIP en Puebla.
Revisando un poquito la historia de este país, en 2012, Alejandro Encinas —otro de sus cercanos— presentó una primera iniciativa para crear un órgano constitucional autónomo nacional que intercediera entre el gobierno y los ciudadanos que buscan conocer en qué se gasta su dinero u otras acciones de las administraciones.
A la postre se convirtió en lo que hoy se conoce como INAI. Cuando se creó, la izquierda festejó porque lo vio como un triunfo del pueblo y vaya que lo fue, pues antes los gobiernos no transparentaban nada —aunque en esta época tampoco—pero sí hubo una etapa en la que la transparencia ha sido herramienta clave para los ciudadanos como periodistas para poner el descubierto actos de corrupción.
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Por citar solo un caso: La Casa Blanca de la exesposa de Enrique Peña Nieto. Ahí sí ningún morenista dijo nada y aplaudieron ese periodismo pero a partir del 2018 que les tocó ser gobierno, ya no les gustó tantito hablar sobre rendición de cuentas y herramientas para dejar de ser opacos.
Bien dice el dicho que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”.
Ahora, uno de los argumentos de AMLO para desaparecer este organismo es que no sirve para nada y sus funciones pueden ser absorbidas por la Secretaría de la Función Pública.
Si de por sí al INAI le falta perfeccionarse para obligar a los sujetos obligados a transparentar información siendo autónomos, imagínense esa labor desde la Función Pública en donde han pasado los principales cómplices de los actos de corrupción en cada gobierno.
El caso del INAI es solo una parte entre todo lo que López Obrador quiere hacer con las instituciones.
Lo preocupante es que ahora sí, no solo será de palabra eso de mandar al diablo las instituciones sino que será un hecho.
Ya veremos en qué convertirán al Poder Judicial, un caso que tiene preocupado no solo a una parte de México sino a países de primer mundo como Estados Unidos y Canadá.
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